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viernes, 28 de mayo de 2010

La mejor hermandad

POR  D. ANTONIO GARCÍA BARBEITO

Publicado ABC Sevilla,Viernes , 21-05-10 a las 04 : 41

La hermandad ha peregrinado mucho, ha hecho muchos kilómetros para encontrarse con su sueño. Han sido muchos días de rezo, oraciones que se elevaban al cielo al que todo lo fían. Daba gloria verlos ir, unos con más comodidad que otros, pero todos en busca del mismo fin. Algunos han pasado muchas fatigas en el camino, pero les valía, les vale, la pena. Nunca les han faltado los cantos, ni las palmas, ni los vivas, ni los cohetes… El camino a los sueños es así, cuando quienes lo hacen saben que hay sueños que valen lo que ya quisieran algunas realidades.

Llevaban muchos días, muchas semanas preparándolo. Sabían que sería por mayo, y sabían que habrían de hacer muchos kilómetros para llegar, y que nadie sabe cuál va a ser el fin, que todo fin es un interrogante que sólo despeja la llegada. Pero tenían, tienen, toda la fe del mundo. Y con esa fe salieron, y con esa fe han ido, y con esa fe se mantienen. Y devoción, claro. Por eso iban como iban, que no se les caían de la boca los cantos, que no paraban las palmas. Y han pasado sueño, y calor, y otras penalidades. Venían como cantaba la copla de Gines: «con los ojos rendíos…» Pero había que preparar el camino, y hacerlo bien. Y volver «cansao, pero contento». Vienen llenos de la gracia de los sueños cumplidos. Y hay que entenderlos. Yo al menos los entiendo muy bien, será que llevo toda la vida acompañando sus cantos, su fervor, y he hecho muchos caminos con ellos… Se compraron ropa nueva para que supiéramos a qué hermandad pertenecen. Hermanados en tantas cosas —o, al menos, en las esenciales para el menester—, los vi cuando iban cantando «y yo, me pon, me pongo mi sombrero…» La alegría del camino. La pasión de esa romería única, la convivencia en hermandad, que hermanos eran, hermanos iban y hermanos se sentían cuando se encontraban a otros que, como ellos, iban buscando el mismo destino. Compartirían su pan, su bebida, sus cantos, sus palmas, sus vivas, sus cohetes, la alegría que grita ronca, y también iban dispuestos a compartir lágrimas, abrazos que saben eternos. Son miles, miles salieron y miles caminaron, miles fueron a la peregrinación de los sueños. Y con alegría, sin concederle a la tristeza ni una mala mirada. Ser feliz es la consigna de quienes tienen la esperanza por bandera. Valió la pena. El Sevilla, la hermandad sevillista, ha vuelto de Barcelona con la Copa del Rey. ¡Suenen cohetes! ¡Viva el Sevilla!

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